Conoce

Gestionar estrategias eficientes para favorecer el aprendizaje es una demanda creciente en los estudiantes, especialmente ante los innovadores escenarios de metodologías activas e incorporación de recursos tecnológicos que exigen mucha voluntad y autonomía. Hacerlos partícipes y protagonistas implica proveerlos de un conjunto de experiencias educativas que logren tal fin, favoreciendo la transferencia de los aprendizajes y minimizando las desigualdades.

Según Díaz Barriga y Hernández (2010) las estrategias de aprendizaje representan el procedimiento que un estudiante adquiere y emplea en forma intencional como instrumento flexible para aprender significativamente y solucionar problemas sobre algún contenido de aprendizaje. Por tanto, Orta de González y Vázquez (2015) señalan que se refieren a las “actividades mentales que el estudiante hace para ayudarse a resolver una tarea, cualquiera sea el contenido o contexto de aprendizaje, es decir, responden al Cómo se aprende” (p. 35).

En tanto que el fin último de las estrategias de aprendizaje es que los estudiantes desarrollen autonomía y pasen de un aprendizaje superficial a un aprendizaje profundo, es vital planificar la acción pedagógica en el Aprender a Aprender, estimulando y orientando su desarrollo profesional hacia la reflexión y fortalecimiento de competencias estratégicas.

¿Cómo se hace?

Una estrategia de aprendizaje tiene por objeto influir en cómo los individuos seleccionan, adquieren, retienen, organizan e integran nuevos conocimientos, involucrando habilidades de representación (lectura, escritura, gráficos, visuales, audiovisuales, etc.), habilidades de selección (buscar, analizar y sintetizar información), habilidades cognitivas (atención, percepción, memoria e intención) y habilidades de autodirección (organización, chequeo y revisión) a partir de una tarea orientadora que promueve el desarrollo de dichas habilidades (Marugán, Martin, Catalina y Román, 2013).

Esas tareas están asociadas a procesos cognitivos y metacognitivos que facilitan su autogestión, siempre y cuando las clases no estén organizadas solamente desde el punto de vista de la enseñanza, sino que den cabida también a la construcción diaria del aprendizaje. Con este fin Pozo y Postigo (1993), identificaron 3 rasgos característicos de las estrategias de aprendizaje, te invitamos a consultarlos haciendo click aquí. Así mismo Orta de González y Vásquez (2015) proponen que para que una actividad realizada por el estudiante se considere una estrategia de aprendizaje debe cumplir con las siguientes características:

Referencias

• Orta de González, R. y Vásquez, E. (2015). Formación por competencias: Estrategias para la docencia en educación universitaria. UCAB.
• Monereo, C., Castelló, M., Clariana, M., Palma, M. y Pérez, M. L. (1999). Estrategias de enseñanza y aprendizaje. Graó. https://www.researchgate.net/publication/270158776_Estrategias_de_ensenanza_y_aprendizaje_Formacion_del_profesorado_y_aplicacion_en_la_escuela
• Marugán, M., Martin, L., Catalina, J. y Román, J. (2013). Estrategias cognitivas de elaboración y naturaleza de los contenidos en estudiantes universitarios. Psicología Educativa 19(1). 13-20. https://journals.copmadrid.org/psed/art/ed2013a3
• Pozo, J. y Postigo, Y. (1993). Las estrategias de aprendizaje como contenido del
  currículo. En C. Monereo (Compil.), Las estrategias de aprendizaje:
  Procesos, contenidos e interacción. Domènech.